TEXTOS PERSONALES

Gato en cuarentena

 

Ya estoy cansada de que mis humanos no salgan de la casa, aunque tiene sus ventajas, a la humana mayor ya la entrené con maullido y una mordidita en la planta del pie y rápidamente me da un snack a cualquier hora. Me estoy poniendo rellenita. La que ya me tiene atosigada es la humana menor, de la cual ya no tengo descanso… interrumpe mis siestas, me carga pansa arriba, me pone sombreros y moños, me persigue todo el tiempo, ya no la aguanto!

 

La presa mayor sí quiere que escape, ya van varias veces que deja a propósito abierta la puerta y la ventana y mi esclava siempre lo regaña, después de atraparme antes de que pueda huir.

 

La primera vez que me intenté escapar para regresar a mi vida callejera, una ventana estaba abierta más de lo normal. De un brinco me subí para calcular hacia a donde podía brincar y atrapar unos apetitosos pajaritos, y cuando ya iba a saltar, sentí un jalón de la cola y se frustró mi huida.

 

Unos días después los humanos se descuidaron y dejaron abierta la ventana de la sala. Estaba calculando mis posibilidades en la orilla, la velocidad del viento, la distancia al árbol o a un poste, si de un brinco podía llegar a algo desde el octavo piso, cuando sentí un jalón de cola y de nuevo adentro.

 

Mi último intento fue hace una semana: estaba tomando el sol sobre la lavadora de ropa prendida que da un excelente masaje, cuando dos pajaritos se posaron sobre la orilla de la ventana, justo a mi alcance. La ventila estaba abierta. Calculé el espacio, me preparé para el salto… y me quedé atorada en la ventila, fue humillante, además de que mis bocadillos huyeron. La humana menor gritó mucho y me jaló de la cola.

 

Espero que los humanos vuelvan pronto a sus actividades, hay días en que ya no los soporto…


El apagón de Zoom

Hace tres meses, muy pocos sabían qué era Zoom.

Ahora, mi vida y la de muchos en esta cuarentena gira en torno a él, un programa para videoconferencias, herramienta utilísima cuando tienes que trabajar desde casa.

El pasado domingo 17 de mayo sucedió que dejó de funcionar por algunas horas.

Yo lo resolví a medias recurriendo a Skype, al whatsapp, a lo que pude con un poco de trabajo, no se me había ocurrido que pudiera pasar.

Me resultó interesante ver cuánta gente fue afectada a nivel mundial. ¿Será que el domingo es cuando más se usa?

Zoom reportó que estaba afectando a un número limitado de usuarios y la respuesta fue una avalancha de reclamaciones:

Los afectados: Muchos servicios religiosos de 200 a 500 participantes cada uno en todo el mundo, catecismos, evangelistas, talleres de yoga internacionales, conferencias, grupos de AA, reuniones familiares, celebraciones de cumpleaños virtuales, webinars, clases de música virtuales, conferencias de ciencia, velorios. Millones de personas afectadas, muchas enojadas y listas para demandar a este software; otras lo tomaron con filosofía y reprogramaron sus eventos, otros agradecieron a Zoom por ser una herramienta que nos ha comunicado y mantenido cerca.

Puso en evidencia cómo ha cambiado nuestra vida en tan solo 3 meses! Demuestra lo adaptables que podemos ser para sobrevivir.

Y nos recuerda la importancia de tener un plan B en caso de emergencia.



Ayer fue un día difícil

 

Después de dar clase por Zoom, tomar mi clase de yoga, del rico desayuno hecho por mi esposo, de que mi pequeña tomara su clase de música en línea donde uno por uno los niños iban tocando una melodía en su flauta, era la hora de escuelita en casa. Mi hija tenía una tarea de análisis gramatical. Yo estaba de mal humor.

 

Nos habíamos acostado tarde como de costumbre y despertado temprano, por lo que todos estábamos cansados. Comenzamos a ver la tarea, los artículos, sustantivos, adjetivos. La niña se comenzó a distraer, yo comencé a fijarme que tomaba mal el lápiz, que hacía el triángulo chueco, que escribía una falta de ortografía. Al exigirle perfección, ella explotó. Me di cuenta de lo dura que estaba siendo y me sentí fatal. Con mi propia hija... La dejé en paz, que se fuera a jugar y yo me dormí una siesta lagrimeando de ser tan mala mamá mientras mi esposo platicaba con ella.

 

Desperté ½ hora después más tranquila y con ánimo de ser paciente. Cocinamos los tres, comimos y nos tardamos toda la tarde en hacer la tarea de español. Superado el reto, estuvimos más tranquilas. Mi hija se bañó y cenó. Ya eran las 9 de la noche. Me había propuesto acostarnos más temprano. Cuando le dije que no íbamos a ver nuestro programa de cocina, explotó la bomba, el berrinche fue fenomenal. Sabía que era culpa de dormir menos, así que me mantuve firme. Acabamos las dos llorando abrazadas. Le platiqué su historia favorita: el día antes de naciera. A la segunda descripción y después de decir algunas incoherencias por el cansancio, nos quedamos las dos dormidas.

 

La vida en cuarentena...





Comentarios

Entradas populares